El poder de la sororidad
«Yo no firmo contratos con mujeres». Se lo dijo un empresario latinoamericano del más alto nivel a Verónica Crisafulli. Ella es cofundadora y directora de estrategia de MO Technologies, una compañía que utiliza inteligencia artificial y «machine learning» para predecir el comportamiento crediticio de personas sin acceso a instrumentos tradicionales de financiación.
La escena ocurrió a finales de la década de los años 20, pero no del siglo XX. Pasó en pleno siglo XXI. Aquel negocio, admite Verónica, era tan importante que les permitiría «cambiar la historia» de la compañía y crecer de manera significativa para cumplir con un propósito tanto económico como social; con la tecnología de MO promueven que instituciones financieras extiendan sus productos a nuevos usuarios, a quienes no tienen acceso a crédito tradicional por la manera estandarizada de medir su nivel de riesgo, un grupo poblacional que se calcula en cerca de 3.000 millones de personas en el mundo.
El caso no es aislado. No es una desafortunada excepción. El machismo, la discriminación hacia las mujeres y la desigualdad de género son fenómenos sistémicos que también se reflejan en el mundo del emprendimiento. En un estudio de Endeavor, en alianza con Mastercard, mapearon más de 800 «start-ups» tecnológicas y entrevistaron a cerca de 100 mujeres emprendedoras. El 84 por ciento de ellas reconoció que se enfrentan a más dificultades que los hombres a la hora de emprender. El 40 por ciento dijo haber experimentado discriminación y en este grupo casi el 100 por ciento aseguró que dicha discriminación se dio por razones de género.
Resolver una falla de mercado para incluir al 49.5% de la población del mundo
Percepción sí y realidad también, porque es un hecho que las mujeres emprendedoras emprendedoras en la región tienen menos acceso a financiación para crecer sus empresas. Según Irene Arias Hofman, CEO del BID Lab, «en América Latina y el Caribe solo el 1 por ciento de las mujeres emprendedoras tienen acceso a ángeles inversionistas, capital semilla y fondos de capital de riesgo, las tres fuentes de financiación que pueden permitir que una idea empresarial se convierta en realidad. En contraste, un 7 por ciento de hombres consiguen este tipo de capital».
Una de las barreras identificadas en el sector financiero es la falta de participación de las mujeres en el diseño de productos y servicios financieros, de acuerdo con Diana Boncheva-Gooley, asesora de finanzas digitales en USAID: «Es un mundo de hombres todavía. La mayoría de los servicios financieros están construidos o diseñados por hombres y para hombres. La literatura y la experiencia nos muestran que los servicios financieros diseñados para hombres no necesariamente les sirven a las mujeres. Pero los servicios financieros diseñados por mujeres, funcionan muy bien para hombres».
Molly Dean, también asesora de finanzas digitales en USAID, complementa que desde esa entidad han querido abordar el desafío a partir de la misma fuente del problema. Quiere decir que, en vez de hacer pedagogía con los hombres, para que aprendan a diseñar productos que usen las mujeres, se han propuesto ayudar a que haya más mujeres en posiciones de liderazgo de compañías «fintech». La idea es que sean ellas quienes, de primera mano, participen en la estructuración de servicios financieros para las mujeres, no solo como empleadas, sino también como gerentes de sus propios emprendimientos.
«A las mujeres no les llega capital». Pero no solo eso. Una serie de sesgos limita su participación en el mercado, como gestoras o inversionistas, pero también como empleadas. Esto lo ha evidenciado Patricia Saenz como gestora profesional de fondos de capital de riesgo; ella es socia fundadora de Ewa Capital, un fondo renombrado recientemente como Mountain Nazca Colombia.
Por ejemplo, cuenta Patricia, hay empresas que prefieren contratar a un hombre de 30 años y no a una mujer de la misma edad, porque «tienen la lógica que “la de 30 va a quedar embarazada”; o dicen “tiene un hijo chiquito y a esa edad los niños se enferman mucho”». Al respecto, hace una claridad de fondo: «Aquí no se trata de que contraten a alguien por ser mujer; de lo que se trata es de que no la descarten por ser mujer».
En el mismo sentido hay barreras para el acceso de las emprendedoras a productos y servicios financieros, según cuenta María del Rosario «Masayo» García, Directora de desarrollo de negocios en el sector público para la región Andina en Mastercard: «Se necesitan líneas de financiación, no exigiendo que sean más fáciles para las mujeres que para los hombres, pero sí pidiendo que no le pongan tres trabas más a una mujer». Aclara que se debe tener cuidado con los estereotipos, porque «no se trata de pensar en el computador rosado, ni en la tarjeta de crédito con los beneficios para el “spa” y la peluquería, sino en instrumentos financieros que les sirvan a ellas para afrontar los retos de hacer empresa».
Visibilizar para consolidar referentes de mujeres emprendedoras
Juliana Carmona es directora ejecutiva de Colombia Fintech, la asociación de empresas que buscan revolucionar los servicios financieros con nuevos modelos de negocio basados en tecnología. Ella resalta la relevancia de visibilizar a mujeres con roles empresariales y directivos: «Eso inspira, consolida referentes y ayuda a las emprendedoras a reafirmar que sí hay espacio para ellas». Juliana destaca que, en comparación con otras regiones, la participación de las mujeres en la industria «fintech» de Colombia es alta: «El 38 por ciento de los empleados son mujeres. En la junta directiva de Colombia Fintech son el 40 por ciento. También hay muchos cargos institucionales ocupados por mujeres y eso es bueno porque podemos aportar al sector».
Precisamente con el objetivo de impulsar a más emprendedoras, generar oportunidades económicas para las mujeres, promover una economía digital más inclusiva y construir capacidades en mujeres emprendedoras, nació Start Path Empodera a partir de una alianza entre USAID y Mastercard a comienzos del año 2021. Esta iniciativa público-privada está enfocada en acelerar emprendimientos de alto impacto liderados por mujeres en «fintech», inclusión financiera y tecnología para escalar el comercio, en Colombia.
Este programa diseñado a la medida de las necesidades de los emprendimientos participantes, se ha propuesto acelerar a 40 emprendimientos entre el 2021 y el 2022 a través de cuatro cohortes, así como brindarles acceso a flujos de capital, conexiones con mercados globales, conocimiento y mentoría.
«Un mensaje muy poderoso de este programa es su capacidad para inspirar a otras, para demostrar que podemos tener roles empresariales», dice Alexandra Mendoza, fundadora y gerente general de Liquitech, uno de los emprendimientos acelerados por Start Path Empodera en su primera cohorte.
Alexandra admite que, antes de conocer a las otras participantes del programa, tenía una sensación de constante inseguridad al estar rodeada mayoritariamente por hombres: «De alguna manera, lo que uno piensa es “si casi no hay mujeres en este sector, es porque no hay espacio para nosotras”».
Más colaboración que competencia
Raíssa de Mello João, cofundadora y gerente general de Vaki, participó también en Start Path Empodera y ha compartido la sensación de inseguridad por falta de referentes femeninos. Para ella, «el éxito de un emprendimiento se mide por rondas de inversión y no hay ejemplos de mujeres que lleguen a ser “unicornios”, pero sí hay hombres que lo han logrado». Se refiere a aquellas «start-ups» que llegan a ser valoradas por más de 1.000 millones de dólares.
Las emprendedoras de Start Path Empodera entrevistadas para este artículo coincidieron en una percepción sobre los hombres emprendedores. «Ellos se sienten más cómodos para hablar de sus emprendimientos. Cuentan lo bueno y es como si no tuvieran problemas», dice Raíssa. Alexandra habla, por su parte, de cómo los hombres transmiten una «falsa sensación de dominio sobre unos temas». Carolina Ruiz Soto, gerente general de Mipaquete.com, da un poco más de detalles: «En un mundo de fundadores, todos quieren mostrar lo mejor. En un evento de “networking” todos cuentan su mejor métrica. Y cuando los demás hablan así, uno no sabe si realmente está en un buen nivel».
Al participar por primera vez en un programa de aceleración con enfoque de género, Alexandra y Carolina descubrieron que, entre mujeres, se abre un espacio para hablar de otra manera, de aquello que no funciona bien en sus emprendimientos o en sus vidas personales. «He estado en otros procesos de aceleración y he visto que la disposición para colaborar es mucho más fácil entre mujeres. En los otros procesos todo era más competitivo, cada quien vendiendo su “start-up” y solo hablando de lo mejor. Aquí hemos sido más transparentes y eso ha permitido que nos apoyemos más entre nosotras, desde algo que no sepamos en nuestros negocios hasta algún tema emocional», dice Carolina.
En eso coincide Luis Flórez, asesor de Start Path Empodera con experiencia en el diseño de programas de aceleración, quien por primera vez contribuye a estructurar uno con enfoque de género: «Hemos identificado que las mujeres se apoyan y ayudan a resolver problemas o encuentran espacios para hacer negocios si facilitas esas conversaciones. Eso no se encuentra en un programa de aceleración donde hay mayoritariamente hombres». Añade que «en un programa con hombres y mujeres, los hombres muchas veces terminan acaparando y dominando las conversaciones».
«La mayor ganancia es para mí como mujer y emprendedora, pues en Start Path Empodera he fortalecido y motivado más mi visión sobre el valor que tiene la construcción de redes de apoyo y empoderamiento de mujeres emprendedoras.
De una forma muy especial, este programa desmitifica lo que nos enseñaron siempre: competir entre nosotras y compararnos; en lugar de esto Start Path Empodera tiene un mensaje que nos lleva hacia un nuevo «mindset» que personalmente quiero seguir promulgando: apoyarnos, potenciarnos y aprender unas de las otras como mujeres poderosas, y entre todas hacer de esta nueva mentalidad una estrategia de crecimiento y éxito mutuo».
Así resumió Angélica Acosta, CEO de la «fintech» IncluirTec que hace posible la entrega de préstamos a pequeños productores agropecuarios y microempresarios, sus mayores aprendizajes como participante de Start Path Empodera.
Cambiar el ecosistema para transformar el mundo
A quien no tomó por sorpresa esa dinámica de colaboración y cooperación fue a Raíssa: «Siempre he pensado que es más fácil trabajar con mujeres. Siempre he sentido sororidad. Pasa mucho en Brasil (su país natal)». El diccionario de la Real Academia Española define «sororidad» como «amistad o afecto entre mujeres» y también como la «relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento».
Promover dicha sororidad y, en consecuencia, lazos de cooperación y colaboración entre las participantes de Start Path Empodera, fue uno de los resultados de haber establecido un enfoque de género en la ejecución de este programa.
En una primera fase, entre un total de 779 aplicaciones en Colombia, fueron elegidos 10 emprendimientos liderados por mujeres para ser acelerados. Tras entrevistar a personas de 9 de esas empresas, 7 reportaron la generación de relaciones útiles para el desarrollo de nuevas oportunidades de negocio. Algunas de las áreas en las que hubo más progreso fueron estrategia para crecer, experiencia de producto, ventas, adquisición de clientes y mercadeo.
En general, las empresas aceleradas consiguieron 57 mil nuevos clientes activos durante el programa. En materia de empleo, los puestos de trabajo de tiempo completo creados por los emprendimientos aumentaron en un 38 por ciento, pasando de 184 a 254. De esos 70 nuevos empleos 32 fueron ocupados por mujeres.
También es de resaltar que los 10 emprendimientos seleccionados presentaron propuestas para invertir, dentro de sus compañías, en iniciativas con enfoque de género. Algunas presupuestaron para ello hasta 15 mil dólares del total de 35 mil que recibieron en recursos no reembolsables.
Dice Endeavor, como conclusión al estudio que hicieron en asocio con Mastercard, que «la cultura ha normalizado la discriminación y una de las maneras para mejorar esta realidad es empezar por sumarse a la comunidad de emprendedoras y utilizar sus empresas como vehículos de cambio». Lo que sugieren es cambiar el ecosistema de emprendimiento para contribuir a que el mundo sea más equitativo con las mujeres, en vez de cambiar el mundo para que el ecosistema de emprendimiento sea más justo con ellas.
Lo que ha ocurrido con Start Path Empodera va en ese sentido, el de transformar el ecosistema, pero no con las mujeres como espectadoras, sino con ellas como principales protagonistas de cambio, con el aporte de su visión y determinación emprendedora.
Y por eso, esta iniciativa también es una plataforma para consolidar una comunidad de mujeres emprendedoras que abra paso a un nuevo paradigma cultural sobre el rol de las mujeres como fundadoras y directivas de empresas. Que destaque su liderazgo, talento para propiciar disrupción de los mercados, potencial innovador y su capacidad de ofrecer una nueva forma de hacer negocios para una sociedad más inclusiva.
Así es que Start Path Empodera continuará permeando el espíritu de extraordinarias mujeres emprendedoras en la sociedad, con el fin de generar un efecto multiplicador que pueda impactar positivamente a las generaciones actuales y futuras.